Arturo Larena. Madrid.- 20 nov 2022.- Cada vez que termina una Cumbre del Clima la tentación es calificarla de fracaso y no es que sea un recurso fácil, sino que responde a una sensación de muchos negociadores y de una inmensa mayoría de los observadores: la COP27 lo ha esquivado, in extremis, gracias al acuerdo sobre pérdidas y daños.
La inclusión de este mecanismo para compensar a los países menos favorecidos por los impactos catastróficos causados por el cambio climático satisface una demanda de años supone un paso adelante y establece como meta acordar su estructura de apoyo financiero para los más vulnerables antes de la próxima COP28 en Emiratos Árabes en 2023.
"Claramente esto no será suficiente, pero es una señal política muy necesaria para reconstruir la confianza rota", ha dicho el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, quien posteriormente añadía en twitter: "Un fondo para pérdidas y daños es esencial, pero no es una respuesta si la crisis climática borra del mapa a un pequeño estado insular o convierte a todo un país africano en un desierto. El mundo todavía necesita un gran salto en la ambición climática".
Más allá del acuerdo, ni dotación, ni quién debe aportar, ni quién debe recibir. Eso se tendrá que negociar, con el sistema de la CMNUCC, y ya se sabe lo que eso supone.
En Egipto se ha rozado el retroceso, pero la organización de estos foros anuales, discutible en su forma y procedimiento (los acuerdos deben ser por unanimidad), supone un éxito de la multilateralidad, aunque los pasos son cortos y la velocidad de los avances resulta para muchos desesperante ante la magnitud de los efectos de la crisis climática.
Han pasado tres décadas desde la aprobación de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) en 1992, 27 cumbres desde la COP1 de Berlín de 1995, y aún se sigue discutiendo.
La COP27 de Sharm el Seij (Egipto) se presentaba en su arranque como una reunión de "perfil bajo", pues la situación geopolítica derivada de la invasión rusa de Ucrania y la crisis energética "devaluaron" el punto de partida, las prioridades y las metas de las delegaciones.
Ausencias
La ausencia de líderes de grandes potencias contaminantes como Rusia y China (primer emisor de CO2 en términos absolutos) o India, convertidos en gigantes económicos, también han devaluado este foro en el que las cuestiones financiera desempeñan un papel clave. Cuando los jefes se involucran, los cambios se aceleran. No ha sido este el caso.
Ausente la activista Greta Thunberg, para denunciar lo que considera falta de derechos y libertades en Egipto, la "estrella" ha sido el presidente electo de Brasil, Luis Inácio Lula da Silva, que confirmó al mundo el regreso de su país -el mayor custodio de la selva amazónica- a la senda de la lucha contra el cambio climático tras cuatro años de un gobierno anclado en el "negacionismo climático".
Y aunque los climaexcépticos y el negacionismo se ha rearmado de la mano de algunos populismos políticos, también se ha incrementado la conciencia y la presión de la sociedad ante una realidad que se plasma en fenómenos meteorológicos extremos cada vez más habituales: sequías o lluvias torrenciales, olas de calor y grandes incendios forestales, como los ocurridos este verano. No es un fenómeno lejano, nos afecta a tod@s.
Papel de la UE
La Unión Europea, impulsor histórico de las políticas climáticas ha sido especialmente activa abogando por aumentar los objetivos de descarbonización pero, como apuntó el vicepresidente del Ejecutivo de la Comisión Europea, Frans Timmermans, seguirá quemando carbón y buscando suministros de gas durante tres años para ayudar a hogares e industrias tras la crisis desatada por la invasión rusa de Ucrania. La presión europea. que amenazó con abandonar la COP, ha sido clave para que no acabase en fiasco.
Y nuevamente la vicepresidenta tercera y Ministra para la Transición Ecológica de España, Teresa Ribera, una de las voces más sólidas en el ámbito de los acuerdos climáticos, ha desempeñado un papel especialmente activo en unas negociaciones en las que la propuesta en lo relativo a mitigación, si bien “no da un paso atrás” respecto a lo acordado en Glasgow, “tampoco avanza”.
La ambición climática, reclamada en anteriores Conferencias de las Partes, ha quedado en un segundo plano, al igual que las propuestas para poner fin al carbón, pero se ha avanzado frente al "greenwahing" o lavado de cara verde.
Greenwashing por @visoor en la #viñetaverde en @efeverde
Aún así, la meta de limitar el calentamiento global en 1,5 grados centígrados parece pues cada vez más lejana, en un contexto en el que los científicos han dejado claro que los compromisos de reducción de emisiones (Contribuciones Determinadas Nacionales) de los países son insuficientes para reducir casi a la mitad los gases de efecto invernadero en 2030 y la descarbonización en 2050.
De hecho, en mitigación el acuerdo "reafirma el objetivo de temperatura del Acuerdo de París de mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2 ºC con respecto a los niveles preindustriales y de proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura a 1,5 ºC con respecto a los niveles preindustriales"
Biodiversidad y otros temas pendientes
El tiempo se agota para evitar los fenómenos más adversos y la sociedad reivindica un mayor compromiso con protestas cada vez más directas, como las recientes acciones de algunos activistas contra el patrimonio artístico.
Entre los temas "olvidados" está la biodiversidad, cuya COP15 de la Convención sobre Diversidad Biólógica, otro de los grandes acuerdos de la Cumbre de la Tierra de Río 92, se celebra el próximo diciembre en Montreal (Canadá).La transición justa sigue siendo una asignatura pendiente, así como la financiación, una vez que se ha incumplido el acuerdo para aportar 100.000 millones de dólares anuales, adoptado en 2009 en la COP15 de Copenhague y que debía haberse cubierto en 2020.
Sobre la mesa queda además la propuesta de "mecanismos innovadores", como la tasa global sobre los beneficios de las empresas de combustibles fósiles, que propugna el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres.
Pese a pérdidas y daños, la COP27 no será especialmente recordada en la historia de la lucha climática pero su celebración en el contexto actual no deja de ser un avance, porque -como en los cumpleaños- la alternativa a no poder celebrarlos es peor.
El año próximo la cita será en Emiratos Árabes, cuya delegación ha sido la mayor en Sharm el Seij, donde el numero de lobistas vinculados a las energías fósiles ha sido un 25% superior al de Glasgow.
Así, que, a la vista de todo ello, podemos decir "ni tan mal" ... aunque como observador externo tengo la sensación que las finanzas priman y muchas delegaciones olvidan que el verdadero problema es incremento de temperatura y la urgencia de adoptar medidas. EFEverde
(*) Arturo Larena es periodista ambiental, director de Medio Ambiente y Ciencia de EFEnoticias y de EFEverde
Ilustración de @Visoor para la Viñeta Verde en @efeverde
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